14 de diciembre de 2013
Las líneas y las palabras
4.- Cuando las líneas encuentran afinidad con
nuestros ojos, el mundo visible se deja comprender y en ese mundo, las cosas
que lo componen, de las que se integra, cobran el valor que les corresponde y
sus oficios cumplen con el espacio que les resulta natural, así, el mundo se
equilibra y a nosotros nos obliga, nos hace entender que compartimos el
lenguaje invisible de las cosas.
Sabemos que la forma los contiene y los limita, que los hace ser dentro
de sí mismos sin tener que arriesgar del exterior ninguna opresión que los
limite. No hay confusión, no puede
haberla, gracias a las líneas podemos decir: esta es una taza y aquello es un
florero, este es un hombre y esta una mujer, nos servimos de las líneas para
dejar que sus nombres los aprueben nuestros ojos. Pero no hay líneas, ninguna de ellas las envuelve,
es la luz quien descubre la diferencia entre las cosas y su peso y su espacio,
su color, su contenido; pero nos engaña, porque a través de los ojos del
dibujante nos transforma en conversos juramentados, en diletantes convictos, en
espectadores humildes dispuestos a creer que la luz de verdad lo ilumina y lo
descubre todo. Pero, y las líneas ¿
Una vez cumplido el objetivo de representar,
de reconocer para todos, por su forma, el oficio de la cosas, las líneas buscan
que su propia presencia les otorgue la independencia de su naturaleza, de su
origen. Entonces vamos a descubrir que solo existen en la imaginación y que
esta es quien señala a la mano, el camino para que la magia de la creación se
haga visible y podamos, otra vez, identificar el mundo de las cosas; sin
embargo, el propósito de quien las utiliza para recrear la imagen de todo lo
que vemos, también recrea su acervo sensible representándose a sí mismo y su
lenguaje pertenece al mundo de la emoción, es completamente personal. Todo
aquello que ha sido plasmado con líneas, es decir, dibujado y reconocido
visualmente, a pesar de todo y de todos, tiene, contiene una carga de valores
provenientes de la capacidad de abstracción del dibujante, entiéndase: ritmo,
contraste ó armonía, equilibrio, todos ellos descendientes directos de la
intuición y que sumados a la maestría – experiencia – harán visible una pieza
de valor considerable y satisfactorio, tal y como nos han enseñado a ver y a
valorar las imágenes del mundo gráfico-visual. Pero cuando la imagen contiene
estos valores aún habrá que agregar aquellos que la hacen única, convirtiéndola
en una obra de creación artística: la pasión, acompañada de todas las emociones
humanas dará la más alta calidad a todo aquello que sea representado.
El dibujo siempre es nuevo porque es como
la hierba que nace y vuelve a nacer, que no se repite. El artista dibujante
inicia su tarea cada vez que insiste y toma su materia prima en la mano,
siempre que convoca a sus apremios y los deja caer sobre una hoja de papel en
cada trazo y en la repetida emergencia de su oficio.
O. V. Colima, México 14 de
Diciembre.
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1 comentario:
Me gusta mucho la última parte maestro "El dibujo siempre es nuevo porque es como la hierba que nace y vuelve a nacer, que no se repite."
soy Fabiola
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